La educación sexual es un proceso que dura
toda la vida. En función de la etapa de desarrollo existen distintos grados de
interés. La educación sexual en la familia no se limita a explicar cómo vienen
los niños. Debe mostrar cómo adquirir información, formar actitudes y valores
sobre la identidad, las relaciones, la intimidad. Incluye el desarrollo sexual,
la salud reproductiva, las relaciones interpersonales, el afecto, la intimidad,
la imagen corporal y el género. La educación sexual concierne a las dimensiones
biológicas, psicológicas y socio-culturales..
Informar, educar y orientar
Varios estudios demuestran que los niños y
jóvenes que tienen confianza con sus padres y madres a la hora de hablar sobre
sexo la obtienen porque confían en la comunicación en general. Ésta se ha
adquirido porque se ha hablado de forma abierta de todos los temas que han
surgido y porque se ha escuchado a lo largo del tiempo los puntos de vista de
los diferentes miembros de la familia.
Admitir la incomodidad si la hubiera
Mientras más información tengan los padres y
madres sobre la sexualidad, con más confianza hablarán con sus hijos e hijas.
Si los padres y madres se sienten inseguros por su falta de conocimientos,
pueden acudir a un libro (ver sección de recomendaciones de lectura para padres
y madres).
Tomar la iniciativa
Es pertinente que los adultos tomen la
iniciativa. Si el menor no ha formulado pregunta alguna sobre la sexualidad,
hay que aprovechar cualquier oportunidad que surja. No se trata de mantener una
conversación artificial, pero sí de estar atento a la necesidad de sacar a
colación el tema, porque aunque no sea a través de sus progenitores, el niño o
la niña van a estar en contacto con la sexualidad, y conviene no negarlo.
Anticiparse a las etapas del desarrollo
Los niños y niñas pueden asustarse y
confundirse con los cambios repentinos que experimentan sus cuerpos cuando
llegan a la pubertad. Para poner fin a sus inquietudes, hay que explicar y
conversar no sólo sobre la etapa de desarrollo en la que estén, sino sobre las
siguientes. Entre los 8 a 10 años de edad tienen la madurez suficiente para
comenzar a escuchar conversaciones sobre la menstruación, tal vez de forma más
precisa en las niñas porque les interesará más debido a que ellas serán
protagonistas de ese cambio. Igual sucede con los cambios que experimentarán
sus cuerpos en el futuro, como el hecho de que al niño le saldrá barba, y a él
le interesa saber por qué pasará eso.
Dar a conocer los propios valores
Tenemos la responsabilidad de dar a conocer a
nuestros hijos nuestros propios valores sobre el sexo. Incluso si ellos no los
adoptan cuando crezcan, por lo menos los conocerán y les servirán de referencia
a medida que luchan por establecer su propio sistema de comportamiento.
Hablar con los hijos e hijas del sexo opuesto
Algunos padres se sienten incómodos cuando
hablan de sexo con sus hijas, e igual sucede a las madres con sus hijos. Aunque
es comprensible, no puede servir de excusa para eludir la conversación.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario